viernes, 12 de abril de 2013

SABER ESCUCHAR

APRENDER A SABER ESCUCHAR



"Nadie pone más en evidencia su  torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su  interlocutor haya concluido». Máxima Oriental  
    Cuando se ha cultivado  la atención, a favor de percibir todos aquellos signos y mensaje que día a día se nos presenta, y   estamos  plenamente identificados con la relevancia e importancia  de saber escuchar, demostrando  que hemos percibido lo que es  manejar nuestras emociones, controlar la tolerancia, paciencia, el  saber escuchar  nos ayuda significativamente en nuestro crecimiento   espiritual, además, de favorecernos en nuestras interrelaciones.
      Al respecto Michael Berg comenta, que cuando escuchamos las enseñanzas de la Torá, o cuando escuchamos voces humanas en oración - o inclusive en una conversación simple, desde el corazón. El sonido tiene el poder de llenarnos con luz espiritual. Nuestros oídos pueden ser los portales a los sitios más íntimos de nuestra alma. Deberíamos siempre tener conciencia del poder que reside en lo que escuchamos. Por una parte, deberíamos ocuparnos en aislarnos de la negatividad que puede entrar a nuestra conciencia a través de nuestros oídos. Al mismo tiempo, la misma vez deberíamos utilizar cada oportunidad que tengamos para usar el sonido y el regalo de la audición como una parte importante de nuestro trabajo espiritual.
     Agrega, que al comentar el versículo, "Escucha y tu alma será vivificada", nuestros sabios hacen la comparación con una persona que ha caído del techo de una casa y ha sufrido heridas en todo su cuerpo. Debería haber vendajes para su cabeza, brazos, piernas y pies. Cada miembro necesitaría vendarse por separado para que se diera la sanación.  Sin embargo, en este nivel espiritual del ser, toda el alma puede sanarse escuchando algunas palabras, e inclusive sólo una palabra, o hasta al escuchar un sonido de la naturaleza que nos conecte con la Luz del Creador.
    Por su parte Renny Yagosesky comenta, que saber escuchar no es una cualidad fácil de alcanzar, a pesar de que todos conocemos su importancia pues deseamos de manera ardorosa ser escuchados y nos incomoda, frustra o indigna si nuestras ideas y opiniones son ignoradas o subestimadas.     Nos recuerda, que el Creador nos ha dado un gran regalo: nuestras almas pueden sanarse con lo que escuchamos. Asegurémonos de aprovechar a lo largo de nuestras vidas este regalo al máximo.
     Podría alguien en su más sana curiosidad, preguntarse un "para qué" escuchar a los demás. Les presento diez razones, poderosas, todas ellas beneficiosas:
1. - Para poder conocer a los demás, sus ideas, intenciones y expectativas.
2. - Para mostrar cordialidad y respeto.
3. - Para ganar la buena voluntad de los demás y acercarnos a ellos.
4. - Para poder tomar mejores decisiones con respecto a ellos.
5. - Para estimular que nos traten igual y nos escuchen cuando hablemos.
6. - Para saber los puntos de coincidencia y de divergencia.
7. - Para lograr acuerdos y desarrollar acciones conjuntas más fácilmente.
8. - Para poder influirlos positivamente.
9. - Para brindar una buena imagen
10. - Para hacerlos sentir bien.
    
 Hace énfasis en señalar, que pocas veces valoramos con justicia la importancia de saber escuchar, y no estamos entrenados en esta habilidad. Algunos de nuestros errores conversacionales más frecuentes, son:
- Brindamos poca atención a nuestros interlocutores.
- Interrumpimos repetidamente la conversación.
- Reaccionamos impulsivamente ante cualquier discrepancia.
- Tratamos temas delicados y polémicos que pueden crear enemistad.
- Desviamos la conversación hacia donde deseamos, ignorando el interés del otro.
- Mostramos con nuestro tono de voz, apatía o agresividad.
- Criticamos a personas ausentes o rechazamos opiniones que no compartimos.
     Todos podríamos coincidir en afirmar que millares de relaciones afectivas y de negocios se han complicado o han fracasado, debido a que las personas involucradas no dedicaron el tiempo y el esfuerzo necesarios al desarrollo y aplicación de una escucha de calidad.
  Por último, considérese lo que comenta  Juan Bestard , que escuchar no es lo mismo que oír. Al cabo del día se oyen muchas cosas,  pero se escucha poco, apenas prestamos atención a lo que dicen los demás,  olvidando que la atenta y amable escucha es la base del genuino diálogo. Sin  capacidad de escucha, de atención al otro, el diálogo queda bloqueado. Si  todos queremos hablar a la vez y nadie escucha las razones del otro, no hay  diálogo, solamente «monólogos yuxtapuestos» estériles y hasta ridículos.
    Únicamente cuando uno es capaz de escuchar al otro, abre la puerta  para que el interlocutor pueda comunicarse con él. Y precisamente esta  intercomunicación, hecha de escucha respetuosa y de habla adecuada, es la  esencia del diálogo.
      El justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el milagro  del diálogo. Y de verdad el diálogo es un milagro de armonía, de respeto y de  sinceridad que posibilita la convivencia pacífica.
*Fuentes indicadas
Docente universitario de postgrado
 Comportamiento Organizacional, Aula virtual
www.carmorvane.com

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