viernes, 24 de mayo de 2013

Recuerdos En La Atlantida De Itzen Caan - 8ª Parte

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La simbología Maya Atlante nos habla a través de los Sagrados Misterios de cómo el hombre fue creado “sin forma física” en un plano etéreo-espiritual, antes de ser proyectado al mundo de las formas o mundo físico, y quedar así atrapado en la cíclica “Rueda de las Encarnaciones”.

Sabíamos que en el origen, “la Gran Energía Creadora Padre-Madre no tiene forma” pues es “El Espíritu” por excelencia, por ende el hombre “Ich” al ser creado a “Su Imagen y Semejanza” tampoco la tenía.

Formado de “Esencia Energética Espiritual” a imagen de su Creador, el nuevo ser “Ich” “Gemelo”, portaba en sí mismo la “Energía Dual” que contiene el “Poder Creador”, siendo ésta “Energía Gemela” la bipolaridad de la vida: masculino-femenina, positivo-negativa. Por ésto supimos que en nuestro origen fuimos creados como “ser Andrógino” conteniendo ambos principios (hombre-mujer) en uno mismo, lo que nos hacía creadores a semejanza del Gran Padre-Madre Creador. Esto es a lo que se refiere la mitología india cuando habla de los “gemelos” en el principio de la creación, mas no eran gemelos físicos individuales, sino energías gemelas bipolares contenidas, unidas en cada ser creado. Vivíamos y vibrábamos entonces en un plano etéreo no físico y éramos ‘dioses’ en armonía plena con la creación.


Después esta bipolaridad o dualidad en el ser, fue “separada”, “dividida” dejando con ello de ser andróginos; entonces aparece el hombre y la mujer como individuos aparte, lo que nos hace “perder el poder creador” y solo en base a la unión de ambos es como se funde esta dualidad nuevamente, se unen las polaridades gemelas y se tiene el poder para crear un nuevo ser. Fuimos entonces proyectados al plano denso físico, la reestructuración molecular de nuestra energía, la división en nuestro ADN, nos proyectó a la tercera dimensión en la cual nos encontramos y en la que como una escuela debemos aprender, recordar y reencontrar el camino de regreso a nuestro origen y a nuestra propia Divinidad.

Por ello en el Génesis moderno se dice que “de la costilla del hombre fue creada la mujer”, porque éste ser primigenio contenía en sí mismo los dos principios de la energía (femenino-masculina) por lo que de él mismo se ‘creó’, se sacó o separó su polaridad femenina.

Descifrando lo que escrito está acerca de nuestro origen, decodificando la “simbología del Génesis” podremos comprender y confirmar lo anterior. Comencemos por lo que en Torá, Génesis 2, 8 y 2, 10 dice:



“El Eterno Dios plantó un jardín en el Edén,

hacia el este, y allí colocó al hombre que había formado.”

“Del Edén surge un río que riega el jardín,

y de allí se divide y se transforma en cuatro cursos de agua.”




Observa con detenimiento y capta la verdad que entre líneas se esconde. En primer lugar, mira que en ese escrito antiguo no se menciona que el Edén haya sido creado, pues “el Edén ya existía antes de la creación”, esto es clave para comprender que “el Edén es el Espíritu mismo de Dios” pues “Él” era lo único existente entonces. El Edén es por lo tanto ese nivel Divino, “el nivel del Espíritu Puro”, el Todo:



Analiza lo siguiente: “el Eterno Dios plantó un jardín en el Edén”. Esto significa que creó un espacio, un lugar especial en donde daría forma a la creación, este lugar especial dentro del “Edén” (plano Espiritual) es llamado acertadamente “Jardín” por que ahí depositaría o proyectaría el Padre Eterno “su Pensamiento o Idea Divina”, “chispas de su Espíritu” que como “semillas de vida” serían plantadas para que de ellas florecieran todos los seres y mundos. Este espacio especial dentro del Edén, este “jardín” es el “nivel Etéreo”, el primer seno materno…..el Éter:




Nos dice también la Torá que “del Edén surge un río que riega el jardín”, esto significa que este nivel etéreo “jardín” se encuentra conectado con el Espíritu Puro del Creador “Edén”, por un “afluente de energía” que lo alimenta, “que lo riega”, que lo sostiene, que lo anima; aquí se manifiesta ya la dualidad, la bipolaridad equilibradora de toda vida (positivo-negativa, masculino-femenina). Después, ya en el jardín “se divide y se transforma en cuatro cursos de agua”, es decir que del plano Etéreo se divide este afluente de energía en las “cuatro fuerzas elementales” que dieron vida y forma a toda la creación, a toda la naturaleza proyectada en el “nivel físico”: aparecen entonces el tiempo-espacio, las cuatro direcciones del mundo (norte, sur, este, oeste) y el tiempo lineal (pasado, presente y futuro), etc.:




Se comprende ahora, que la simbología de “afluente de agua, río o curso de agua” hace referencia a “afluentes de energía etéreo-espiritual”.

“El Este” mencionado en el relato del Génesis como la región donde el Eterno Dios plantó un Jardín, es la “región simbólica del Renacer”, región por donde surge el sol, la luz o el nuevo día…..la nueva vida.

En las Cámaras Santas nos enseñaron este Sagrado Misterio de la “Trinidad” o “Manifestación Trina” del hombre y de todo lo que podíamos ver a nuestro derredor. La Trinidad son esos tres niveles de manifestación de la Energía Prima a través de los cuales fuimos creados y por los cuales existimos como lo que somos actualmente en cuerpo, materia densa física. Estos tres niveles no son lugares a parte, están unidos, contenidos uno dentro del otro, son uno mismo pues son parte del Gran Edén o Espíritu del Creador, están contenidos en Él; son solo proyecciones de su propio pensamiento que se mantienen vivas, latentes, alimentadas por esa Mente Cósmica que anima el Universo: son los “tres niveles verticales del mundo” del génesis maya, simbolizados por el “Tridente”.





Este gran conocimiento se encuentra grabado en nuestra “Biblia Pétrea”, el “Libro Original”, la Lápida del Templo de las Inscripciones en Nakan, lugar donde de una manera magistral fue inmortalizado el recuerdo del Paraíso y la Creación. 

‘Abriendo’ ese Libro Sagrado, es decir “decodificando” el diseño de la Lápida podemos ver la representación de estos dos niveles o mundos (etéreo y físico) creados por la Gran Mente Divina a partir del Edén (su Espíritu, el primer y gran mundo, el Todo). Esos dos niveles o mundos se encuentran fusionados en el diseño simple de la Lápida, conformada básicamente en la dualidad, las dos polaridades de la energía en las cuales se sostiene la vida y que son de igual modo: partes complementarias un todo (Diseño completo de la Lápida, Toráh pétrea).

Por ello para decodificar lo grabado en la Lápida se debe ‘dividir’, se deben separar las dos polaridades para comprender cada una a detalle por haber sido realizado y codificado el diseño en base a la dualidad.

Al ser separadas estas polaridades en la Lápida o Biblia Pétrea, aparece del “lado izquierdo” el mundo inmediato creado en el Edén, el “plano Etéreo” (“Jardín” representado en el diseño anterior en el cual un afluente de energía lo divide por la mitad). Este es así mismo la “polaridad negativa” de la energía, el “lado femenino” de la vida y la “parte nocturna”; es el “nivel mental”, etéreo-astral, es “la noche” y en ella se aprecia al “Gran Espíritu” convertido en un “Ave Nocturna” conocida como el “dios murciélago”. Apareciendo en armonía perfecta con los demás elementos del diseño se ve también a “la luna”.



Parte “decodificada” de la Lápida del Templo de las Inscripciones. Página de la Toráh o Biblia pétrea que nos muestra el Nivel Etéreo o “Jardín”, Madre, lado femenino, parte izquierda, polaridad negativa de la dualidad energética; la noche.


Separada la dualidad en la Lápida o Toráh pétrea, los elementos predominantes que se observan en esta polaridad femenina son “Agua-Tierra” oscilando entre los niveles etéreo y físico.

Es entonces éste el “nivel de la Fertilidad”, es el plano intermedio en el cual el Espíritu concentra su poder creador para luego proyectarse la gestación de la vida al nivel físico orgánico. Es por esto que la vida se manifiesta de forma trina ya en el plano físico, pues necesita del nivel o cuerpo etéreo (madre) que es el intermediario entre el físico y el Espíritu (Padre) que lo sostiene y lo creó.

En contra parte, del “lado derecho” se abre la imagen de lo que corresponde al nivel o “plano físico”, es también la “polaridad positiva” de la energía y el “lado masculino” de la vida. Es “el día” en el cual se ve “al Sol” y al “Gran Espíritu” convertido en un “Ave Solar” conocida en la mitología como el “Ave Fénix” o “Ave Roja”.

A diferencia del diseño simple u original de la Lápida, primer nivel de decodificación en el cual aparece esta ave de perfil, aquí el Ave Fénix aparece de frente como si se girara la imagen puesta en un “obelisco” (que es como está hecha la codificación). En esta imagen del nivel físico aparecen los cuatro brazos o afluentes de energía mencionados como ríos en el relato de la creación, que son las cuatro fuerzas elementales.



  Parte “decodificada” de la Lápida del Templo de las Inscripciones (lado derecho). Página de la Toráh o Biblia pétrea que nos muestra el Nivel Físico, el hijo, lado masculino, polaridad positiva de la dualidad energética; el día.


Separadas las polaridades, en esta parte masculina los elementos predominantes son “Fuego-Viento”.

Son entonces estos dos niveles o cuerpos de manifestación unidos al Espiritual o Divino, los “Tres Niveles Verticales del mundo”, la “Trinidad del hombre” y de la vida en general simbolizados por el “Tridente” que ahí mismo inscrito está:





Kukulkan, nuestro amado Rey, el Kinich Uaxac Ahau quedó inmortalizado tomando (veladamente) con su mano derecha un “Tridente”, lo cual lo señala como un “Ser Integral” con el dominio pleno de su “Trilogía”, de sus tres cuerpos o niveles de manifestación; esto es “el tener el control y el poder sobre la vida”, lo cual representaba el símbolo del “Rey Tritón Atlante”.


Es precisamente de este conocimiento maya-atlante de donde proviene la leyenda griega del “Rey Tritón”, pues dicho término “Tritón” se deriva de las raíces “Tritos” y “Atos” que significan lo siguiente:

TRITOS = “Tres veces manifestado”     ATOS (Atón) = “Semilla”

Este conocimiento sagrado inscrito está en la Toráh pétrea, Lápida del Rey Tritón.




La vida puramente material vive un solo nivel de manifestación del ser, lo cual es un desequilibrio que aleja al hombre de su poder divino.

Este grabado del “Tritón” en la Toráh pétrea quedó para representar así mismo al “SUPRA HOMBRE”, el ser que reconociendo su verdadera “Esencia Trina”, siendo CONSCIENTE DE SU TRILOGÍA VIVA Y VIBRE DE MODO INTEGRO EN EL “EQUILIBRIO DE CUERPO, ALMA Y ESPIRITU”, es decir “EN EQUILIBRIO FISICO, MENTAL Y ESPIRITUAL”.

Itzen Caan

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