“Con mi cuerpo, mi palabra y mi espíritu en perfecta unidad,
mi corazón acompaña el tañido de la campana.
Que quienes la oigan despierten de su olvido
y trasciendan toda angustia y todo pesar.”
Thith Nhat Hanh
Los monjes budistas, en la quietud de sus templos, acostumbran a traspasar el umbral del sueño (despertar) por el tañido de una campana. Ese sonido conecta sus neuronas y pone en marcha todo su cuerpo y su mente. La característica de un despertar correcto es la unidad armónica del cuerpo (respiración) con la palabra (sentido de pertenencia a la humanidad) y con el espíritu (la mente). Eso se llama paz mental. Lo incorrecto y muy común es despertar con la mente trabajando en el pasado (lo que pasó ayer en esa reunión de trabajo o en la cena familiar) y en el futuro (lo que debemos hacer para solucionar el pasado). Lo común es despertar con ira y con el ego alterado (¡Cómo me pueden hacer eso a mí!). El que despierta debe hacerlo dejando atrás el sueño (¡Como quisiera seguir durmiendo!) y proyectándose más allá de sus angustias. El que despierta debe hacerlo con la mente del principiante: nueva, vacía, curiosa e interesada.
Si los monjes pueden ¿por qué tu no?
Si los monjes pueden ¿por qué tu no?
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