“En verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian, si
entre hombres que nos odian habitamos libres de rencor”.
Buda.
Toda una lección de zen: si aprendemos a vivir sin juzgar, ni el odio ni el rencor ni la envidia formarán parte de nuestros pensamientos. No es un mandato de amor hacia los que odiamos o envidiamos, porque eso es una ingenuidad. Es un acto de autodefensa en pro de nuestra propia integridad mental y física. En la medida que no formamos opinión respecto a los demás, ganaremos serenidad y quietud y las causas de la infelicidad se diluirán como azúcar en el agua. No pienses en amar a tu enemigo; sólo piensa en amarte a ti mismo. Acéptalo con consciencia y no bajes la guardia, pero tu mente debe estar siempre quieta, serena, reactiva si es necesario. La paz nace de no juzgar y se hace entre enemigos.
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